F CIUDADANIZAR
LA POLÍTICA
El
pueblo soberano ha luchado durante cientos de años –muchos han dado la vida– para
lograr el pase de siervos a ciudadanos. Son muchas batallas sangrientas las que
se han librado por la conquista de las libertades civiles.
Sin
embargo, en la actualidad, aquellas libertades civiles – que hoy en día se dan
por sentadas- están en el centro del debate a nivel mundial. No por su ausencia
–que las hay en países dictatoriales o defectuosos como México. Sino por la
falta de interés de la sociedad sobre las cuestiones públicas, esto sumando la
escasa representación de los políticos.
La
problemática de la apatía ciudadana, con la falta de representación política es
la mayor preocupación de los organismos electorales y de gobierno a nivel
mundial.
El
problema es claro, no hay una plena sociedad democrática.
Por
el lado político, no parece necesario insistir en la tormenta de desprestigio a
la política – y los políticos- que cubre desde los más inspirados artículos
hasta las más largas pláticas de café. Pensamos que todos los políticos vienen
de ese planeta que se llama corruptón y que su maldad solo está comparada con
el nivel de corrupción e incapacidad.
Todos,
todos ellos. Nos lo dicen las más altas élites intelectuales, hasta el taxista.
En
muchos de los casos es verdad. Son unos inútiles y unos ladrones, desde el representante
del comité municipal de la comunidad más pequeña hasta el propio alcalde de la
ciudad más poblada.
Lo
son los diputados locales de los distritos más pequeños hasta el propio secretario
de la mesa directiva del congreso local.
Los
peores son los de mayor jerarquía, los diputados federales, senadores, secretarios,
gobernadores, ministros, magistrados, hasta el presidente de la república.
No
importa que hayan sido elegidos por una amplia mayoría en elecciones democráticas
y libres.
Al
poco tiempo de administración los políticos se vuelven en los actores sociales
más repudiados. A lo que vienen dos preguntas ¿La sociedad votó por unos
corruptos y ladrones o se convirtieron en eso cuando asumieron el poder?
¿Se
necesita ser corrupto y ladrón para llegar al poder o el poder es el corruptor?
Las
respuestas aún no son claras.
Los
dos problemas sí que son evidentes. Por un lado los políticos –no importa el
partido- muchos de ellos son corruptos,
ladrones y mentirosos.
Por
otro lado la sociedad es desinteresada, tolerante, indiferente y hasta
cómplice.
Son
dos realidades tristes de la democracia en México, y sobre todo en Veracruz.
Pero
no nos engañemos, la mayor desilusión viene de que la sociedad quiere
soluciones a sus problemas y los políticos como se ha visto nada pueden – y aun
no sabemos si quieren.
La
solución está en el cambio cultural, difícil pero no imposible.
¿Qué
debemos hacer? ¿Reformas legislativas? ¿Candidatos ciudadanos? ¿Echar a todos
los políticos corruptos? ¿Meterlos a la cárcel?
Sí,
por su puesto. Pero que todo ello lo hagan los políticos honestos –los pocos
que quedan- que elijamos en elecciones.
Y
los ciudadanos, incluidos en ellos la
prensa libre y participativa, asuman su función de ser vigilantes
permanentes del gobierno, de exigir día con día mejoras a la calidad de vida, y
no soportar ni por un segundo la presencia de políticos mentirosos y corruptos.
El
reto por tanto es hacer de todos los ciudadanos, políticos; y de todos los políticos,
ciudadanos. Ciudadanizar la política.
Por
que como señalaba Bertrand Russell, “Tengo
recelo del Gobierno y desconfío de los políticos; pero como es preciso tener un
Gobierno prefiero que sea democrático” y añadiría yo, un Gobierno Ciudadano.
Hagamos
que suceda.