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La contaminación de las
pilas producen el 93% del Mercurio en la basura doméstica, así como del 47% del
Zinc, del 48% del Cadmio, del 22% del Níquel, entre otros metales pesados.
Por Cristian Frers / Gestión Ambiental.—La
gestión ambientalmente adecuada de las pilas comienza con la elección del
producto que luego se convertirá en el residuo que deberemos desechar. Por ello
es importante el papel del consumidor al momento de seleccionar la pila, con un
papel preponderante, ya que determinará a mediano plazo la calidad de los
productos ofrecidos en plaza.
Pilas, baterías y micropilas que a diario
invaden nuestros hogares. Las radios, linternas, reloj, walkman, cámaras
fotográficas, calculadoras, juguetes, computadoras son solo una pequeña muestra
de una enorme lista de productos que emplean estas fuentes de energía, siendo
la razón de su éxito comercial la autonomía de la red eléctrica, es decir ser
un objeto portátil.
Actualmente no se conoce ningún estudio que
evalúe el impacto al ambiente ocasionado por la utilización y manejo inadecuado
de pilas y baterías; se sabe que varios componentes usados en su fabricación
son tóxicos y por tanto la contaminación ambiental y los riesgos de afectar la
salud y los ecosistemas dependen de la forma, lugar y volumen en que se ha
dispuesto o tratado este tipo de residuos.
El funcionamiento de las pilas se basa en un
conjunto de reacciones químicas que proporcionan una cierta cantidad de
electricidad, que si bien es pequeña, permite el funcionamiento de pequeños
motores o dispositivos electrónicos. Pero esta ventaja favorable de la
autonomía, se contrapone a los efectos negativos de los compuestos químicos
empleados en la reacción donde se produce la electricidad, ya que en su mayoría
son metales pesados, que liberados al ambiente producen serios problemas de
contaminación.
Las pilas son arrojadas con el resto de la
basura domiciliaria, siendo vertidas en basureros, ya sean a cielo abierto o a
rellenos sanitarios y en otros casos a terrenos baldíos, acequias, caminos
vecinales, causes de agua, entre otros. Para imaginar la magnitud de la
contaminación de estas pilas, basta con saber que son las causantes del 93% del
Mercurio en la basura doméstica, así como del 47% del Zinc, del 48% del Cadmio,
del 22% del Níquel, entre otros metales pesados.
Solo para poner un ejemplo veamos cómo afecta
el mercurio, en alta exposición, a la salud de las personas:
• Aguda: Dermatitis, ulceraciones de
conjuntiva y cornea (ceguera), en forma oral colapso del aparato digestivo
mortal en horas, insuficiencia renal.
• Subagudas: Alucinaciones, diarreas,
hemorragias, excitabilidad, las alteraciones por contacto vía oral, mientras
que por contacto dérmico: trastornos mentales, insomnio, fenómenos vinculares
periféricos, trastornos sensoriales en las extremidades, acrodia infantil
(enfermedad rosa).
• Crónica: Todas las alteraciones más delirio
y psicosis maníaco depresiva. En exposiciones continuas pero en bajas dosis, en
forma crónica: debilidad, anorexia, pérdida de peso, insomnio, diarrea, pérdida
de dientes, gingivitis (inflamación de encías), irritabilidad, temblores
musculares suaves, y sacudidas repentinas, sialorrea (salivación profunda).
Estas pilas sufren la corrosión de sus
carcazas afectadas internamente por sus componentes y externamente por la
acción climática y por el proceso de fermentación de la basura, especialmente
la materia orgánica, que al elevar su temperatura hasta los 70º C, actúa como
un reactor de la contaminación.
Cuando se produce el derrame de los electrolitos
internos de las pilas, arrastra los metales pesados. Estos metales fluyen por
el suelo contaminando toda forma de vida (asimilación vegetal y animal).
El mecanismo de movilidad a través del suelo,
se ve favorecido al estar los metales en su forma oxidada, estos los hace mucho
más rápido en terrenos salinos o con PH muy ácido.
El núcleo de la problemática radica en la
amplia variedad y tipos diferentes, lo que surge de la gran cantidad de
sistemas químicos posibles. Esto resulta en una complicación para su gestión
dado que sus formas de tratamiento y reciclado difieren, así como también su
grado de toxicidad.
Una cuestión fundamental para el consumo de
pilas y baterías es poder clasificarlas según su composición. De este modo
podemos elegir aquellas que generan menor impacto ambiental una vez agotadas o
que pueden ser recicladas.
Como primera clasificación de pilas y
baterías podemos diferenciar las “pilas húmedas” (a base de plomo ácido y
utilizadas por automóviles, motos, tractores, etc.) y “pilas secas” (a base de
carbón, cinc, litio, níquel metal hidruro, óxido de plata, alcalinas, etc.).
Las pilas secas son las utilizadas por la
mayor parte de los aparatos electrónicos domésticos y pueden clasificarse a su
vez en:
1. Primarias: Son aquellas pilas comunes,
generalmente cilíndricas, de carbón-zinc, litio y las alcalinas. Estas pilas no
pueden ser recargadas, ya que se basan en sistemas electroquímicos
irreversibles.
2. Secundarias: Pueden recargarse
externamente dado que están basadas en sistemas reversibles. En la mayoría de
los casos están compuestas por ácidos, álcalis, sales irritantes y metales.
La gestión ambientalmente adecuada de las
pilas comienza con la elección del producto que luego se convertirá en el
residuo que deberemos desechar. Por ello es importante el papel del consumidor
al momento de seleccionar la pila, con un papel preponderante, ya que
determinará a mediano plazo la calidad de los productos ofrecidos en plaza.
Se recomienda usar los artefactos eléctricos
conectados a la red, ahora si su uso es inevitable, es conveniente comprar
pilas recargables, de esa manera se produce una gran reducción en el volumen de
residuos a desechar, puesto que cada vez que se recarga la pila se evita tirar
a la basura una unidad.
Otra alternativa es optar por las pilas
alcalinas con mínimo de mercurio y preferentemente opciones de las que se puede
hacer uso.
También es recomendable usar calculadoras o
aparatos a energía solar y no dejar las pilas al alcance de los niños. Pueden
llevarlas a la boca y hacer una inconsciente ingesta de metales pesados con su
consiguiente peligro para la salud.
El Estado debe intervenir urgentemente para
definitivamente establecer los mecanismos que faciliten la recolección de las
mismas en recipientes adecuados y adoptar las medidas para su reciclado y
destino final ambientalmente seguro (relleno de seguridad para residuos peligrosos).
Este tema compromete por igual a fabricantes,
técnicos y gobiernos, quienes deben desarrollar obligatoriamente y a la
brevedad, métodos eficaces para la eliminación segura de las pilas y evitar así
el impacto ambiental que producen sus componentes contaminantes, poniendo en
práctica políticas ambientales que hagan de la calidad de vida no una declaración
sino una realidad. www.ecoportal.net
Cristian Frers – Técnico Superior en Gestión
Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social –