¿Cómo tratar este tema en casa?
familias.com / Durante mi
infancia recuerdo haber incurrido en varias bromas a distintos compañeros en la
escuela, ya sea a través de un apodo, o una burla casual. Inocentes y leves
según recuerdo.
Por supuesto hoy en día las
cosas cambiaron, y los niveles de violencia que se ven en las calles, en el
núcleo familiar, en la televisión, en los videojuegos, son todos aspectos que
repercuten, sin duda, en las relaciones sociales, sobre todo en niños y
adolescentes.
Es así que la comunicación
actualmente se da a través de la violencia, infligida ella a través de
insultos, bromas pesadas, agresiones físicas, en la exclusión grupal, en
vejámenes impensables.
Ocurre que frecuentemente
este tipo de violencia es ignorada por padres o autoridades escolares, ya sea
por el silencio de los que la padecen, o bien por el simple hecho de ser
considerado un juego que ya terminará, que no es de gran importancia.
Y lo que no advertimos es
que esa simple broma entre compañeros constituye una tortura aterradora para
niños y adolescentes.
En Latinoamérica entre el 50
y 70 por ciento de niños y adolescentes son víctimas del acoso escolar, según
estadísticas de la UNICEF y Plan Internacional. Este fenómeno conocido como
bullying, como ya les venía contando, se manifiesta a través de burlas, bromas
o de agresiones físicas de menores hacia otros menores.
Es sin duda una problemática
que tiene como protagonistas no solo a quienes son agredidos, sino también a
los que agreden. Por tanto, es necesaria una revisión en casa de lo que está
pasando en la escuela.
Podemos creer que no nos
sucederá, que está todo bien. Y es probable que así sea, sin embargo no está de
más atender a este fenómeno. Sobre todo cuando es frecuente oír las
determinaciones que toman los menores ante este problema.
Falsas soluciones que van
desde el silencio, que los lleva a estar años atormentados por otros
compañeros, o que bien los convierten en cómplices de violencia, a estados de
depresión que muchas veces llegan al suicidio.
Se trata ni más ni menos de
futuros adultos marcados por la violencia. Es un problema del que debemos
preocuparnos, pero más que nada ocuparnos de él.
Somos nosotros como adultos,
y como familia, los encargados de inculcar en nuestros hijos los valores
necesarios para que esta realidad cese. ¿Cómo
ocuparnos del tema? Como madre se me ocurren los siguientes pasos:
Dialoga con tus hijos.
Conversar debe ser algo habitual en sus casas, pero atendiendo a este tema me
parece fundamental encauzar la charla hasta lograr que poco a poco nuestros
hijos nos vayan contando cómo fue su día en la escuela.
Con los adolescentes de
seguro es más difícil, pero no imposible.
Preguntas del tipo ¿cómo te
llevas con tal persona? ¿Cómo esta Pedrito? El diálogo puede introducirnos en
ese mundo en el que queremos entrar, pero no siempre sabemos cómo.
Busca material
cinematográfico que sirva de ejemplo. Si notas que tu hijo está viviendo una
situación de acoso, como acosador o como víctima, si hay algo productivo además
de una charla, es una película.
Yo suelo usarlas a modo de
ejemplo con mis hijos, y he tenido lindos resultados. Me resulta didáctico y
entretenido para cualquier edad. En ellas se pueden vislumbrar los actos, las
consecuencias, posibles soluciones.
Incentiva la reflexión, la
reacción y la acción. Luego de mirarla juntos se puede volver a la
conversación, a descubrir qué huella dejó el filme.
De los filmes que tratan la
problemática me he encontrado con Después de Lucía (2012, Michel Franco,
México. Clasificación B –apta para adolescentes-), recomiendo de todos modos
verla antes y decidir cómo llevar adelante su proyección en familia.
Asimismo, les recomiendo un
documental muy bien logrado llamado Bully (2011, Lee Hirsch, EUA, apta mayores
de 13 años), nos introduce en el mundo de un niño víctima del hostigamiento de
sus compañeros, a la vez que cuenta la historia de niños que se han quitado la
vida a causa del sufrimiento.
Acude a un profesional. A
veces nuestras solas fuerzas no bastan. Sobre todo cuando ya desde casa
descubrimos que nuestro hijo está siendo acosado, o lo que es peor si es él
quien acosa.
Pero no debemos bajar los
brazos, un buen psicólogo puede asistirnos. Acude a él sin prejuicios, y sobre
todo con urgencia. Cuanto antes se traten los temas que nos angustian mejor.
Remarca los valores que
desde pequeños les has enseñado. Dicen que nunca es tarde, y eso es cierto.
Cuando es necesario reforzar los valores que sabemos que hemos dado, no resulta
tardío tener que repetirlos.
Allí están, guardados en sus
cabecitas. Refresquemos y desempolvemos eso que quedó guardado. Los valores que
deberíamos resaltar en este caso son: respeto por el prójimo, asistencia y
solidaridad con sus compañeros, confianza en la familia (que sepa que puede
hablar con mamá y papá, así como con sus hermanos mayores), honestidad, y
esencialmente justicia.
Habla con otras madres. Esto
ayuda a conocer más acerca del ambiente que se respira en el colegio. Sería
bueno preguntar cómo pasan sus días los otros chicos. Si ellas han visto algo
fuera de lo común.
Esto también incluye el
hecho de que si tú descubres algo en la charla con tus hijos puedes comentarlo
con otras madres para que lo tengan en cuenta. De esta manera contribuyes a que
el acoso escolar cese o, lo que sería todavía mejor, que ni siquiera tenga
comienzo.
El maltrato físico,
psicológico, social y verbal es algo de lo que escuchamos esporádicamente a
través del noticiero, creyendo tal vez que es algo que no nos va a pasar.
Sin embargo, se trata de una
situación que sufren muchos niños y adolescentes y que, lastimosamente crece
día a día en las escuelas, muchas veces sin que los padres se enteren.
Éste es un fenómeno que hay
que combatir desde casa, escuchando y educando a nuestros hijos. No es para
preocuparse: es para ocuparse y estar atentos.